martes, 25 de diciembre de 2012

nadienka



Varias semanas leyendo a Nadia Mandelstam. Nadiezhda en ruso significa esperanza. "¿Porqué me habrán dado el nombre de Nadiezhda en los umbrales del nuevo siglo, al comienzo mismo del fratricida siglo XX?, se pregunta. "Nadie estrechará tu mano, no lo esperes...Nadie te saludará al verte...no lo esperes". "¿Qué podía esperar? No se puede vivir sin esperanzas, pero pasábamos de una esperanza fallida a otra".

Contra toda esperanza es el título de las memorias de una mujer que sobrevivió al horror demente de una época marcada por la huida, la delación, la cárcel y el aislamiento físico junto al poeta Òsip Mandelstam, su pareja durante 40 años, quien -después de crear una de las obras mayores de la poesía rusa del siglo-, firmó a plazos su sentencia de muerte por escribir un poema satírico sobre el padrecito Stalin.

"La poesía siempre precede a la prosa y, en más de un sentido, así fué la vida de Nadiezhda Mandelstam, -escribe Joseph Brodsky en Obituario, el prólogo al libro-. Brodsky la conoció en el invierno del 62, cuando la escritora, ya con 65 años, terminaba la recapitulación escrita de su propia vida. "Como escritora, y también como persona, ella fué la creación de dos poetas a los que su vida estuvo inexorablemente ligada: Mandelstam y Ana Ajmátova. Y no sólo porque el primero fué su marido y la segunda su amiga de toda la vida". En aquel entonces "el papel, dicho en general, era peligroso. Lo que reforzaba los lazos de ese matrimonio, así como los de esa amistad, era un tecnicismo: la necesidad de confiar a la memoria lo que no podía ser confiado al papel, como eran los poemas de ambos autores".

Aquel tiempo de persecución y barbarie se convirtió en una época pre-Gutenberg. La palabra, cercenada en cuanto que nombraba la realidad insufrible, era aplastada bajo el barro helado. "Si hay algún sustituo para el amor, es la memoria. Memorizar, pues, es restaurar la intimidad (...) Así, "gradualmente, los versos de aquellos dos poetas pasaron a ser su mentalidad, se convirtieron en su identidad. Le suministraron no sólo el plano y el ángulo de visión; más importante aún, fueron su norma lingüística". Por ello, "sus memorias son algo más que un testimonio de su época; son una visión de la historia a la luz de la conciencia y la cultura", en palabras de Brodsky.

Huyendo de ciudad en ciudad, en habitaciones y cuartos miserables, viviendo durante años una existencia de escasez extrema, literalmente un fantasma en vida a centenares o miles de kilómetros de la ciudad más cercana y ganándose la vida como profesora temporal de inglés o traductora ocasional, Nadiezhda Mandelstam ahormó los frágiles mecanismo de su memoria para construir una obra de claridad implacable. Creo que este es un libro que deja constancia del valor de aquello que no está escrito en parte alguna, que ocupa un hueco sordo del tiempo y el espacio atormentados, desde el momento en que una superviviente criatura humana, "una -aparentemente- débil mujer de 65 años resulta ser capaz de retrasar, sino de impedir a la larga, la desintegración cultural de toda una nación".

Quiero seguir leyendo sus memorias durante estos días. Así compensaré el obligatorio período de pereza social que cada año se nos viene encima con su lastre espumoso de caritativa hipocresía. Quizá me haga más fuerte para lo que se avecina. Seguiré subrayando con lápiz negro párrafos enteros como éste: "La pérdida de la confianza recíproca es el primer indicio de la quiebra de la sociedad bajo una dictadura (...) y esto es, precisamente, lo que tratan de conseguir nuestros dirigentes". Y para no mentirme.

pepe

1 comentario:

  1. Me ha alegrado profundamente de que ACANTILADO decidiera volver a publicar "Contra toda esperanza", que tuve la ocasión de leer hace algunos años (libro prestado y devuelto) y tengo ocasión de volver a leer ahora (yo también ando en ello). Creo que además de lo que señalas, me resulta fundamental, en Nadia, su decencia. El como se niega al retrato "heroico" del poeta, e intenta dejar que subsista la duda sobre cualquier actuación que mínimamente la resista... ¡Ay,ese tratar de preservar restos de bien.
    En una época tan de blanco y negro como le toco sufrir, resguarda el sepia y nos permite sentir que de alguna manera aquello que llamamos bien alienta siempre aunque no, queda claro, en las clases "ilustradas" al uso.
    Me parece, la de Nadia, una excelente reflexión sobre las características de esa cultura que. puede subsistir y...¡salvar!
    Un gusto compartir!!

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