También el corazón de Boris Vian era una rosa enferma.
Venia cada noche a
nuestras largas sobremesas, porque nos conocía muy bien
como el cuchillo de
eviscerar conoce el intersticio de luz
en el vientre del
pescado,
también Vian conocía la
teología de los peces
y de los centauros y de
las bicicletas, porque fue él
quien le dejó la moneda a
Rimbaud cuando se le cayó su primer diente de leche.
Es cierto, Boris, quién
conoce su corazón está enfermo
pero también el que
arroja su tristeza en la boca del pescado,
como una moneda de hielo
dentro de una valija de fuego,
o los que tienen el
oscuro oficio de sacrificar a los caballos heridos.
Sí Boris, tuvimos amigos
y heridas y amigos heridos,
quizá ahora pueblen los
jardines que crecen
en esos mismos corazones
que se negaban a bombear la sangre de los que fuimos
sí también tuvimos padres
y un nombre que
preferimos olvidar a cada instante.
Ahora que te conozco
bien, ya no compartimos nada
y si nos encontramos
algún día en el mercado o quizás en la parada de bus,
es casi un milagro, eso
que compartimos ahora que estamos juntos
y que ya no necesitamos
el uno del otro
porque después del
segundo suicido o del tercero,
es mejor acostúmbranos al
oficio de sacrificar a los pobres caballos heridos,
a las rosas enfermas.
Nilton Santiago. "La oscuridad de los gatos era nuestra oscuridad"
II Premio Interbacional de Poesía Joven Fundación Centro de Poesía José Hierro
II Premio Interbacional de Poesía Joven Fundación Centro de Poesía José Hierro
pepe
No hay comentarios:
Publicar un comentario